viernes, mayo 14, 2021
Venezolanos al día

¿Diálogo o sumisión?

“Mi bienestar sólo es posible cuando reconozco que soy uno con todas las personas del mundo, sin excepción.” León Tolstói


Por estos días, Juan Guaidó, como para salir de la dejadez propuso a Nicolás Maduro dialogar, obvio, tal iniciativa causó revuelo. Desde el punto de vista estratégico, muchos entendidos en política dicen que es lo correcto, sin embargo, una gran mayoría, en la cual me incluyo, la misma que ya no cree en el muchacho del litoral, pegaron, que digo pegaron, siguen pegando el grito al cielo, con las más variadas descalificaciones, para colmo de males, vino el heredero y le dijo que con él no iba a hablar sino con quien le vendió su triunfo, a quien no hace falta nombrar, en otras palabras, Nicolás lo deslegitimó como interlocutor válido de los ciudadanos venezolanos.

Ese gesto de Guaidó, que no sé cómo interpretar, si de paz, de inocencia, de súplica o de rendición, en el plano teórico, por ejemplo, enmarcado en el Modelo de Negociación Harvard, que ha adquirido notoriedad gracias a William Ury y que se conoce como negociación por “intereses”, de entrada, plantea una reflexión, que de paso es el primer principio de ese modelo, reflexionar, por supuesto, antes de negociar, lo que llaman en Harvard “Salga al balcón”. Para mí, salvo mejor criterio, no hubo reflexión previa a esa propuesta, pero si muchos intereses que actuaron como detonantes de la misma, y aquí caemos en un plano muy escabroso, de acuerdo al modelo en referencia, ¿cuáles serían realmente los intereses que motivaron esa iniciativa?

Reconstruir el país, paz, reparación para las víctimas de tantos atropellos, mejor calidad de vida, son algunos de los interese latentes en la sociedad venezolana, más que intereses, necesidades, siendo las necesidades elementos a considerar en toda negociación, porque eso es lo que en el fondo planteó Guaidó, negociar, y uno negocia con quien tiene un conflicto, con quien tiene algo que uno necesita, el conflicto sabemos cuál es, al menos tenemos noción de que el conflicto nos involucra a todos, no así lo que necesitan del régimen, ellos, Guaidó y su combo, eso no está claro, ni los intereses ni las necesidades para ir a ese diálogo se le han expuesto con claridad a la sociedad venezolana y creo que tampoco lo harán.

Ciertamente, se plantearon unos puntos para ir a ese diálogo, por ejemplo, es loable que se hayan acordado de los presos políticos, pero habida cuenta del mantra, fijado en la psique del venezolano como una tabla de salvación, si ese mantra sirvió para enriquecer a unos cuantos mientras otros se decepcionaban, en el mejor de los casos, porque hay muchos frustrados y sin ánimo de ejercer su ciudadanía, quién a estas alturas puede tomar como esperanzador una propuesta, cuyo proponente ya fue deslegitimado tanto por la sociedad venezolana como por quien detenta el poder, que no gobierno, en Venezuela. De ahí que no hubo expectación ante esa propuesta, más bien rabia, ira, más frustración por un desenlace previsible en la siniestra manipulación del régimen.

De nuevo se sucedieron manifestaciones tan indignadas como impotentes, en todas las ciudades y pueblos de Venezuela, no se diga en las redes sociales, y nunca Guaidó fue tan rechazado ni tan calumniado, ni siquiera tras el fracaso de su mantra: Cese de la usurpación… Hasta partidarios suyos se han vuelto contra él, no me extrañaría un boicoteó en su contra sino es que se pudiese interpretar como tal el acrecentamiento del rechazo ciudadano hacia su persona, no a su exigua gestión, si se habían ocultado recelos contra él, esta vez afloraron en la proximidad de un nuevo show no tanto electoral cuanto electorero.

Volviendo al Modelo de Negociación Harvard, negociación es un proceso de comunicación directo entre las partes, previsto incluso en el artículo 258 de la Carta Magna, o sea, por lo menos tiene una fundamentación jurídica válida, comunicación directa sin terceros, pacífica, lo que hubiese sido ideal para resolver las cosas como muchos plantean dentro y fuera del país al decir que nosotros solos, solitos, podemos resolver el berenjenal en que estamos metidos, pero visto que ambas partes, tanto la mal llamada oposición y el mal llamado gobierno han apelado a mediadores o conciliadores, valga como ejemplo, el revoleteo del ave de mal agüero, el expresidente español que tampoco quiero nombrar, estaríamos ante otro escenario adverso para el venezolano de a pie, que hoy prácticamente somos todos en esta tierra de gracia.

Una pregunta ingenua: ¿quién rescatará a Guaidó y su combo del repudio general? La idea no es acorralar a nadie en una negociación, pero la experiencia nos dice que dada la situación planteada los acorralados estamos siendo nosotros, pues nos estarían dejando sin opciones y de hecho la pregunta ¿para qué negociar en el marco de un proceso de transición hacia la democracia? Se aborda con el mayor de los pesimismos, por más que Jhon Magdaleno, con su prédica de la Gestión de la Conflictividad en los Procesos de Transición Democrática, insista que la vía es pacífica después de haber estudiado ciento y pico casos de transición en el mundo. Quisiera estar equivocado, pero creo que pudiésemos estar ante un hecho cierto: Guaidó quiso hacer una gracia y le salió una morisqueta.

Con la deslegitimación de Guaidó por parte del heredero privilegiando a quien ya nos traicionó, queda pedirle mucho a Dios para tener fortaleza y la sabiduría necesaria para encontrar otras opciones y no las impuestas por el estatus quo, para que los acorralados se atrevan a desafiar al orden imperante, sopena de seguir viviendo permanentemente hostigados y amenazados tanto por el régimen, la oposición y sus acólitos, a veces con el mayor desparpajo y sus rostros enmarcados en prebendas imposibles de ocultar en días que muchos tildan de hartazgo y de rebelión contra el miedo que tanto la banda de favorecedores como favorecidos nos imponen a todos por igual.

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