martes, agosto 10, 2021
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OVSAN: 47 % de los caraqueños camina para ahorrar pasaje y comprar comida

«Si le compro ropa a mis hijos, dejamos de comer todos», reseña Manuel Torres, vecino del sector Altos de Lídice,…


«Si le compro ropa a mis hijos, dejamos de comer todos», reseña Manuel Torres, vecino del sector Altos de Lídice, barrio ubicado en el Distrito Capital. «Estamos prácticamente sobreviviendo«, sentencia.

Al igual que el 88 % de los caraqueños, según la más reciente encuesta del Observatorio Venezolano de Seguridad Alimentaria y Nutrición (OVSAN), a Torres no le alcanza el dinero para cubrir gastos básicos que incluyen su alimentación.

Trabaja en una empresa de seguridad en el sector Los Samanes, tiene dos hijos en Barlovento, a quienes procura enviar alimentos quincenalmente.

«Con el poco salario que gano debo compartirlo con ellos (hijos). Comprar proteínas y cereales está muy costoso, pero  yo sacrifico mi dieta para que ellos puedan relativamente comer«, agrega el joven de 29 años.

Vive en una humilde vivienda que compró en la referida barriada caraqueña con su hermano, donde se mudó para estar más cerca al trabajo. «La realidad que estamos viviendo todos es que tanto niños como adultos no estamos comiendo bien».

Al igual que el 47 % de los habitantes del Distrito Capital, Torres camina largos trayectos para ahorrar dinero en transporte y poder tener más recursos. «Lo poco que uno consume antes de salir lo quema caminando«.

Agrega que cerca de su lugar de trabajo hay una frutería donde con frecuencia compra cambures

, «es la única fruta que como, lo hago por el potasio«, reseña.

Aunque vive lejos de sus niños, de 1 y 3 años, Torres procura, sacrificando su propia alimentación, la de ellos. «Yo, como la mayoría de los venezolanos, como una vez al día, con suerte dos, lo hago por ellos«.

«Para medio tener un plato al día hay que ganar en dólares, yo gano en bolívares y el salario que tengo no ayuda«, agrega.

El OVSAN indica que el 48 % de las familias del Distrito Capital, aseguran que el pago de los alimentos es en dólares en efectivos, lo que le complica aún más su precaria situación.

Torres recuerda con nostalgia la época en la que el salario le alcanzaba. «Cuando no tenía los chamos con el cesta ticket y el salario siempre me compraba algo, camisas, zapatos, hoy día es imposible, a mis hijos no le puedo comprar nada y si les compro es otro sacrificio, por qué ni comen ellas ni como yo«.

Sueña con ver a sus hijos crecer, fuertes, sanos y que estudien, «que ellos crezcan en un buen entorno pero si no se alimentan bien, si no pueden estudiar, porque le falta el cuaderno, se torna difícil«.

Manuel Torres

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